En algún lugar de Seatle, duerme dulcemente una niña de 9 años y su perro duerme debajo suya. Los padres de la niña siempre están fuera y le compraron un perro a ella para que éste la vigilase. En la casa reina el silencio pero afuera hay una gran tormenta desatando la calle.
Mientras que la pequeña sueña con sus mejores y dulces sueños, nadie puede presagiar lo que ocurrirá está noche...En principio la tranquilidad y las débiles respiraciones de la niña lo dominan todo, mientras que el perro mantiene su guardia baja. Desde luego el perro ha dormido miles de veces y ha perdido completamente el sentimiento de mantenerse alerta.
A partir de las 2:30 que marcaba el reloj electrónico de la habitación. Se oyó un gemido lastimero que despertó a la niña y no supo que hacer hasta que bajó la mano para sentir al perro. Cada vez que ocurría eso, la niña bajaba la mano para sentir como la lamía su perro aquello siempre la tranquilizaba. Esperó unos minutos hasta que sintió como la lamían la mano...sin duda, no había pasado nada.
Cuando los rayos de sol impactaron en la habitación y reloj mostrase las 7:30. La pequeña se levantó y soltó un grito bastante desgarrador. Su perro yacía desangrado en la moqueta de la habitación. La niña corrió para intentar averiguar si seguía con vida pero se quedó de piedra al ver que en el espejo de su habitación había una escrito hecho con la sangre del perro.
<<NO SÓLO LOS PERROS LAMEN>>
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-¡¡Quédate quieta!!-me gritó Lucie mientras me ponía unos alfileres.-Te voy a pinchar como te sigas moviendo.
-¿Por qué tengo que ser tu maniquí?-le pregunté molesta.
Lucie me pinchó yo grité de dolor. Mi hermana se enfurruñó y me dijo de mala manera de que yo misma me lo había buscado. No sé qué manía tiene mi hermana con utilizarme a mí como su modelo o su maniquí, soy gorda según algunos diseñadores (es decir, estoy en mi peso ideal). Además no concuerdo mucho con la estética de ir a la moda.
-Espera unos minutos más y ya acabaremos.-sonrió Lucie.-Después lo coseré e intentaré que te pongas estos pantalones en vez de...-asomo mis viejos vaqueros.-...Esta monstruosidad a la que llamas vaqueros.
Le quité los vaqueros de las manos y le advertí que no intentase deshacerse de ellos o que si no yo haría que su estudio desapareciese por "un accidente mezclado con gasolina y un mechero". Eso provocó que se enfadase y que me echase de su habitación mientras que gritaba que debería ser más femenina. Aunque pensé que debería rendirse, nadie cambiará mi aspecto (ni siquiera mi madre lo consiguió).
Bajé las escaleras para tomarme un pequeño almuerzo mientras veía el canal de noticias de 24 horas. He de admitir que me gusta estar informada para averiguar si pueden haber más casos de leyendas urbanas. Puedo presumir de acabar con Bloody Mary pero aún así mi hambre por acabar con más de estos mitos nunca se saciarán.
Cogí una de las bolsas de patatas de la despensa y me dispongo a "atacarla" mientras hablan que el gobierno francés están pensando en un nuevo plan de ajustes..."fantástico". Después de reportar la noticia, comentaron que en Estados Unidos había ocurrido algo realmente macabro casi sacado de una novela de miedo. Me llamó la atención aquello y afiné bastante los oídos.
-Unos padres al volver de casa se encontraron con su hija de 9 años llorando y preguntándose quién le había lamido.-comentaba la mujer de las noticias.- El desconcierto de los padres al ver al perro de la pequeña desangrado provocaron que los servicios sociales internasen a la niña a un centro psiquiátrico. La niña comentaba que había oído un ruido mientras dormía y que bajó la mano para ver si su perro le lamía la mano, era como un tipo de comunicación, éste lo hizo...supuestamente. A la mañana siguiente la niña se encontró con el perro muerto y en el espejo un escrito que decía "NO SÓLO LOS PERROS LAMEN".
Cogí una libreta rápidamente y empecé a apuntarlo todo para que no se me olvidase ningún detalle. Eso parecía muy típico, el hecho de que haya monstruos debajo de nuestras camas...Bueno, técnicamente pensábamos eso de pequeños.
-Los expertos no descartan el hecho de que la niña sufriese trastornos mentales por el hecho de la ausencia de los padres en la casa.-terminaba la mujer.-Y ahora vayamos con los deportes...
Dilaté las pupilas y no pude evitar un estremecimiento que recorría completamente mi piel. Por algún motivo eso me recordaba a mi actual situación y a la que también tuve que estar de pequeña. Mis padres siempre están de viaje debido a su trabajo y eso, antes de que naciese Lucie, producía de que me quedase sola en casa siempre. Dejé la libreta apartada y cambié de canal de televisión...Aquella noticia, desde mi punto de vista, la veía normal. Cuando tenía 7 años, intenté hacerme la mala para llamar la atención de mis padres y que me regañasen pero la respuesta que recibí es que pasaban aún más de mí.
Por eso, cuando nació Lucie, dejé de hacer esas tonterías que no me servían para nada. Cualquier niño o niña que esté siempre solo intenta llamar la atención de sus padres, sé que esta vez fue un tanto...tétrico y macabro, pero eso elimina por completo el hecho de que esto vaya para "leyenda urbana". No creí que esto fuese para tanto y pensé que se olvidaría en unos días...
(3 semanas después)
La hora del almuerzo es la única hora en la que me despejo de todo y me quedo sola ante los miles de personas que se congregan en sus grupos propios (maldita monarquía del instituto). Saqué mi libro de taxonomía y, a medida que leía, iba apuntando asuntos de mi interés. Últimamente estaba dando un tema muy importante sobre los tipos de flores...
Sentí, de pronto, como unas manos se posaban sobre mis hombros. A juzgar por la fuerza que me empujaba un poco para abajo, sospeché que era un hombre...y el único chico que me puede dar el pelmazo es Lawrence. Al girarme, me sorprendí al ver a Albert que me miraba con cierta ansiedad. Le pedí que se sentara y le pregunté que quería de mí.
-Ah...-su respiración entrecortada produjo que me preocupara.- ¿Has oído el caso de la niña y su perro?
-Emmm....¿estás bien?-le pregunté.
Albert me miró de forma extraña pero después se dio cuenta de a lo que me refería. Sacó su portátil de la bandolera que llevaba y empezó a teclear en él con rapidez (¿se permiten los portátiles en el instituto?).
-He venido corriendo para contártelo.-sonrió y me mostró la historia que vi en las noticias.
-¿Esa?-pregunté sorprendida.-No creo que importe, no se ve nada extraño en ella...
-Se ha convertido en una leyenda urbana.-comentó Albert.-Es una de las cosas más habladas en Internet...¿cómo no va a haber nada extraño en ella?
-Nunca has estado solo en casa.-cerré el libro.-Mis padres están fuera constantemente y estaban...Cuando tenía 7 años intentaba llamar la atención de mis padres haciéndome la mala del colegio...Una de las veces puse cola en el asiento de la profesora y en otra quemé unas cartas del director.
Albert giró la cabeza y me miró extrañado como si con la mirada me preguntase: ¿de verdad hiciste eso? Asentí con la cabeza levemente y Albert se puso a reír.
-Bueno, eso significa que por ahora no hay nada que hacer.-abrí de nuevo el libro.
-¡¡Hey!!-me quitó el libro.-No creo que la niña quisiese llamar la atención...Se ha demostrado que el perro murió a las 2:30.
-¿Y qué?-intenté llegar al libro pero Albert me lo puso en alto.
-¿Qué niña se levantaría para matar a su perro, al cual quería mucho, solamente para llamar la atención?-preguntó.-Si quisiese llamar la atención mediante esa táctica yo no me levantaría en la madrugada.
-Vale, en parte podría ser una leyenda.-afirmé.-Pero, ¿cómo conseguir que esa cosa venga a nosotros?
-Es un monstruo que está debajo de nuestras camas.-contestó apartándome más del libro.-No debe ser difícil.
Me mordí el labio. Pensándolo bien, es probable que ese monstruo se encuentre debajo de todas las camas. Asentí con la cabeza como indicando que iríamos a ver si aquello existe o no, eso provocó que Albert formase una bonita sonrisa.
-Bien, te veo en tu casa.-me dijo recogiéndo sus cosas.
-Espera....Devuélveme el libro.-lo señalé
-....Mmmmm...Creo que no-sonrío de forma burlona.
Me levanté y le quité las gafas. El Albert sin gafas es un modelo de revista y seguro que se las pone para no llamar mucho al espectáculo femenino del instituto. Me las puse y él me miró enrabietado.
-Las gafas no están graduadas.-sonreí con malicia.
-Devuélvemelas.-instó.
-Si no me devuelves el libro, yo no te devuelvo las gafas-hice un gesto con la mano.
Albert pensó durante unos minutos. Poco después me devolvió el libro a regañadientes mientras yo le daba las gafas. Se me hacía extraño que alguien como él, que podría ser muy popular, cayese tan bajo para convertirse en un pringado. Era completamente ilógico, a no ser que él mismo no quisiese mostrarse como esos idiotas. Aunque ahora mismo estaba un poco dolida, Lily que siempre había estado en contra de esa "monarquía" ahora era una de ellos. Me revolvía el estómago.
Desvié la mirada y la vi allí. Sonriendo con sus blancos dientes y hablando con las chicas que se miraban continuamente en su espejo portátil. Era asqueroso. Me levanté y esperé unos minutos hasta que sonó el timbre.
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Cuando volví del instituto, me esperaba Lucie para que hiciese de maniquí en un bonito vestido de pija de color azul turquesa claro de tirantes. Mientras iba marcando, ella no paraba de repetirme de que pronto iba a ver un baile en mi instituto y me preguntaba qué me iba a poner para esa ocasión. Le contesté toscamente que no pensaba ir a un baile estúpido donde no se para de hacer estupideces.
-Es una pena.-gruñó.-Este vestido fijo que te volvería la reina del baile.
-Prefiero morir antes de ir a un baile donde reina lo superficial.-contesté.
De repente sonó el timbre de casa y bajé a ver quién era con el vestido puesto. Lo cual cabreó bastante a Lucie porque se me iba cayendo los alfileres al suelo. Por lo tanto Lucie también iba corriendo tras de mí para pedirme explicaciones de por qué tenía que ir corriendo. La razón es rápida y fácil: mi hermana y sus ideas me sacan de quicio en ocasiones. Cuando abrí la puerta, solté un suspiro de alivio mientras que Lucie se ruborizó.
Albert había venido a casa sin las gafas y había hecho ruborizar a mi hermana por el hecho de su apariencia física y de la pose natural sacada de una revista de modelos. Albert por su parte también se sorprendió ante aquel recibimiento.
-¿Cenicienta?-preguntó con diversión Albert.
-No, la novia cadáver.-masculló Lucie.
-Ahora me cambio.-sonreí y me dispuse a cambiarme pero ambos me pararon fuertemente.
-Me temo que me gusta mucho su aspecto.-se quejó Albert.
-Y yo todavía tengo que poner los alfileres.-Lucie cruzó los brazos.-Ahora se duplica el trabajo porque se te han caído todos los que te he puesto antes.
Por eso, durante dos horas tuve que estar aguantando de maniquí mientras Albert y Lucie hablaban. Realmente se llevaban muy bien, aunque me daba lo mismo. Albert se había impresionado por el trabajo que ejercía mi hermana en el diseño de ropa y por el hecho que la coraza que había diseñado era completamente increíble.
-La verdad es que el hecho de que viva en el país de la moda me inspira cada vez más.-decía mi hermana continuamente. Aunque si eres la hermana de semejante genio de la moda se te hace difícil el vestirte todas las mañanas sin que te diga algo malo de tu conjunto.
Acabé las prácticas hecha una pena y llena de ampollas por el hecho de que esta vez mi hermana se había distraído. Normal si no paraba de hablar con Albert sobre lo mal que vestía (¿por qué tenían que hablar de mí?). Después de pasar por la habitación de Dior, entramos en mi habitación sólo para intentar buscar las tácticas de atraparlo. Claro está, es bastante complicado averiguar si eso existe cuando uno no puede invocarlo. En el caso de Bloody Mary era bastante simple porque ya te venían las instrucciones pero, ¿cómo se puede atraer a los supuestos monstruos que se encuentran debajo de nuestras camas? Es del todo improbable que se consiga ver alguno, si es que existen.
-¿Cómo vamos a hacerlo?-pregunté.
Albert me sonrió y señaló su mochila verde. Verdaderamente, me intrigaba lo que había dentro porque él había tenido mucho cuidado con no tirarlo con brusquedad al suelo. Hice un gesto de incredulidad y abrí la mochila para ver un cachorro Golden Retriever, una completa cucada a la que abrazarla todo el día.
-Ohhhhh.-lo cogí y lo abracé con ternura como si fuese un peluche.-¡¡Qué cucada!! ¿A que eres muy bonito? ¿A que sí?
Empecé a acariciar su dorado pelaje y darle un montón de muestras de afecto. Noté que, mientras hacia eso, Albert suspiraba de cansancio.
-Me encanta que te guste.-dijo con tacto.-No obstante, él es el cebo.
-¿¡Qué!?-abracé más al cachorro para protegerlo.-¿Por qué vas a hacer algo tan cruel?
-Piensa una cosa, el perro de la niña murió a las 2:30....Entonces ya tenemos la forma de conseguir atraparlo.
-¡¡Me niego!!
Albert suspira y vuelve a explicarme la situación. Aunque creo que mi hermana ya conoce lo cabezota que son en muchos sentidos: en mi forma de vestir, en mi forma de ser...Así que nadie logra convencerme de algo que no apruebo aunque dependiese mi vida de ello.
-¿Y si estamos pendientes de que el perro no muera?-me preguntó desesperado.
-Mmmm...Es posible que esté de acuerdo con eso.-murmuro-Pero tienes que estar pendiente.
Albert señaló mi cámara que descansaba en mi mesita de noche.
-¿Está cargada?-preguntó.
-Completamente.-contesté.
Albert asintió con la cabeza y esperamos hasta la noche. Cenamos, con la mirada de Lucie todavía puesta en Albert. Y poco después me dispuse a acostarme mientras que Albert ajustaba la cámara. El cachorro se perseguía la cola como si nada malo fuese a ocurrir esta noche, ciertamente no podía evitar soltar suspiros de admiración ante ese peluche. Me acosté y Albert se escondió entre las sombras que proyectaba el armario. La única luz que presidía era las blancas farolas de la calle que penetraba por las cortinas de lino. Cerré los ojos con lentitud y empecé a producir una leve respiración.
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Dormir plácidamente es bueno y malo en muchos sentidos. Bueno porque no sufres de insomnio y malo porque puedes estar tan profundamente dormido que no sientas nada. Porque una persona que duerme profundamente no puede notar las pisadas de un ladrón o las de un asesino. Creo que deberíamos ser como los delfines, que sólo descansan una parte del cerebro mientras que la otra está en continua actividad.
Se produjo un crujido y luego como un arrastre de algo pesado por la moqueta, como si fuese un reptil. Se movía con lentitud, a pasos agigantados, deseando salir de su escondite lo antes posible. El sonido paró de repente y se volvió a oír las respiraciones de los jóvenes dormidos. La víctima de esa cosa dormía tranquilamente y movía el rabo en pequeño giros y levantamientos.
Se oyó la abertura de algo y el arrastre crujió tras de sí en el suelo. En un rápido movimiento, se oyó otro un arañazo de la mesita de noche y luego un grito de dolor. Abrí los ojos y vi que había clavado unas tijeras en la cola escamosa del monstruo. Un monstruo mitad reptil, mitad mujer...como una gorgona. El monstruo gritó haciendo retumbar los cristales de la habitación y despertó a Albert que dormitaba de pie en una pared. Me miró impresionado al pillar al monstruo antes de que acabase con el cachorro.
-Tienes ojos en la nuca.-comentó y se acercó al monstruo.-¿Qué es?
-Una gorgona.-gritó el monstruo.-¿Cómo os atrevéis a...?
Apreté el pulso que ejercía en las tijeras y la gorgona volvió a gritar de dolor. Empezó a toser mientras expulsaba sangre de un color negruzco, Albert tuvo que taparse la boca para intentar no vomitar.
-Sé que eres el monstruo que están debajo de las camas.-murmuré.
-¡¡Te equivocas!!-me miró la gorgona con sus ojos dorados llenos de ira.
-Entonces, ¿qué eres?-preguntó Albert delicadamente, como si el monstruo ante sus ojos fuese un humano.
La gorgona se mordió el labio indicando que no iba a contar nada. Apreté con más fuerza y Albert me miró en tono de reproche como si se compadeciese de la bestia. ¿No se deba cuenta de lo que tenía ante sus ojos? ¡¡Aquellos seres no merecían misericordia!! Sentí como mi cuerpo temblaba de ira y cuando me mordí el labio sentí como un surco de sangre se deslizaba por mi barbilla. Albert volvió a mirar a la gorgona.
-Verás...me gustaría saberlo.-le rogó a la gorgona.
La gorgona se quedó paralizada durante un rato, mirando fijamente a Albert. Carraspeó y se volvió hacia mí.
-Sólo soy el monstruo de SU cama.-me indicó con la mirada.-Hay miles de monstruos, debajo de todas las camas...Pero, tienen su cometido.
-¿Y se puede saber cuál es?-pregunté bruscamente.
Los labios de la gorgona palidecieron y sentí como se derramaba una lágrima por las mejillas escamosas del monstruo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, como si algo vital se hubiese separado de mí y me hubiese dejado sola...vacía. Aparté mis manos de las tijeras y noté como mis manos temblaban del nerviosismo hasta se quedaron quietas. Dejé de temblar, ya nada tenía sentido. La gorgona volvió a observar a Albert como si yo acabase de cometer el mayor error de todos.
-El miedo es un tipo de alarma que os prepara por si algo malo sucede a vuestro alrededor.-la gorgona le temblaba la voz.-Los monstruos debajo de la cama somos los primeros en crear esa sensación...Cada monstruo se ajusta a los sentimientos del niño, y continuamos bajo su cama hasta que muere.
-¿Qué pasa cuando muere el monstruo?-preguntó Albert y me miró a mí.
-El miedo desaparece, pero eso no es bueno.-gritó horrorizada la gorgona.-La vida no es fácil y uno debe tener miedo...todos tenemos miedo...Es algo anti-natural que alguien no lo tenga, y quién no lo tiene se convertirá en una persona realmente desdichada.
-¿Cómo explicas lo de la niña?-le grité mientras seguía mirando como sangraba y expulsaba sangre por la boca en cada tos que le venía.
-¡¡El monstruo no iba a por la niña!!-se defendió.-Nos alimentamos de perros, ratas, cucarachas...¡¡No seríamos capaces de herir a un humano!!
Me levanté y puse mi pie sobre las tijeras. Las tijeras se hincaron al fondo del suelo y la gorgona soltó un grito realmente desagradable y chirriante. Albert me miró horrorizado; hasta que no sentí cómo lloraba, no me di cuenta de que había cometido algo indispensablemente horrible. ¡¡Había asesinado a mi miedo, mi única arma y satisfacción en este mundo!! Si perdía el miedo, perdía el sentido de la adrenalina, de estar atenta a lo que me pasara, a preocuparme por la gente que quiero...¡¡Parte de mi vida acababa de ser aniquilada por mí misma!! La gorgona se quedó perpleja aunque en vez de gritarme, sonrió y me deseó suerte. Cerró sus ojos y su cuerpo se convirtió instantáneamente en un collar con un cascabel como colgante.
-Clotilde...-murmuró Albert.
-¡¡Déjame!!-le grité mientras cogía el colgante.- Júrame que no le contarás a nadie sobre esto, júramelo.
-Te lo juro.-susurró con un leve soplido.
Perder el miedo era del todo malo, pero eso no significaba que me iba a rendir para perseguir leyendas urbanas. El vídeo había quedado perfecto y Albert se encargó de colgarlo en Youtube. Nadie presagiaría lo que ocurriría poco después...Había perdido el miedo como quién pierde un ser querido, por eso mi mente cambió a ser un tanto fría y calculadora. Aunque poca gente sintió como casi había perdido emociones vitales para la vida, mientras tanto Albert no diría nada hasta poco después...
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Enfadada conmigo misma, horrorizada, irritada...Eso es lo que sentía al notar que no había actualizado nada en el blog hasta ahora. Me disculpo porque ya ha pasado bastante tiempo. Sé que "he vuelto" con algo que es posible que no os guste pero por lo menos siento que he perdido un peso de encima.
Muchas gracias a los seguidores que vienen para leer mi blog-novela (estoy muy agradecida del apoyo) y muchas gracias por los comentarios que dais...
Quién iba a decirme que ahora me siento mucho mejor. Muchas gracias por leer el relato (Clotilde cada vez me cae un poquito mejor). La verdad es que, pensándolo mucho, perder el miedo es algo horrible en muchos sentidos (aunque no lo parezca) porque oí que es como una alarma nuestra. Entonces, si todos perdiésemos el miedo...¿no sería como dormir y no tener una alarma que nos despertarse de ir al instituto o al trabajo?
Hasta luego, y deseo que les haya gustado.
Mientras que la pequeña sueña con sus mejores y dulces sueños, nadie puede presagiar lo que ocurrirá está noche...En principio la tranquilidad y las débiles respiraciones de la niña lo dominan todo, mientras que el perro mantiene su guardia baja. Desde luego el perro ha dormido miles de veces y ha perdido completamente el sentimiento de mantenerse alerta.
A partir de las 2:30 que marcaba el reloj electrónico de la habitación. Se oyó un gemido lastimero que despertó a la niña y no supo que hacer hasta que bajó la mano para sentir al perro. Cada vez que ocurría eso, la niña bajaba la mano para sentir como la lamía su perro aquello siempre la tranquilizaba. Esperó unos minutos hasta que sintió como la lamían la mano...sin duda, no había pasado nada.
Cuando los rayos de sol impactaron en la habitación y reloj mostrase las 7:30. La pequeña se levantó y soltó un grito bastante desgarrador. Su perro yacía desangrado en la moqueta de la habitación. La niña corrió para intentar averiguar si seguía con vida pero se quedó de piedra al ver que en el espejo de su habitación había una escrito hecho con la sangre del perro.
<<NO SÓLO LOS PERROS LAMEN>>
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-¡¡Quédate quieta!!-me gritó Lucie mientras me ponía unos alfileres.-Te voy a pinchar como te sigas moviendo.
-¿Por qué tengo que ser tu maniquí?-le pregunté molesta.
Lucie me pinchó yo grité de dolor. Mi hermana se enfurruñó y me dijo de mala manera de que yo misma me lo había buscado. No sé qué manía tiene mi hermana con utilizarme a mí como su modelo o su maniquí, soy gorda según algunos diseñadores (es decir, estoy en mi peso ideal). Además no concuerdo mucho con la estética de ir a la moda.
-Espera unos minutos más y ya acabaremos.-sonrió Lucie.-Después lo coseré e intentaré que te pongas estos pantalones en vez de...-asomo mis viejos vaqueros.-...Esta monstruosidad a la que llamas vaqueros.
Le quité los vaqueros de las manos y le advertí que no intentase deshacerse de ellos o que si no yo haría que su estudio desapareciese por "un accidente mezclado con gasolina y un mechero". Eso provocó que se enfadase y que me echase de su habitación mientras que gritaba que debería ser más femenina. Aunque pensé que debería rendirse, nadie cambiará mi aspecto (ni siquiera mi madre lo consiguió).
Bajé las escaleras para tomarme un pequeño almuerzo mientras veía el canal de noticias de 24 horas. He de admitir que me gusta estar informada para averiguar si pueden haber más casos de leyendas urbanas. Puedo presumir de acabar con Bloody Mary pero aún así mi hambre por acabar con más de estos mitos nunca se saciarán.
Cogí una de las bolsas de patatas de la despensa y me dispongo a "atacarla" mientras hablan que el gobierno francés están pensando en un nuevo plan de ajustes..."fantástico". Después de reportar la noticia, comentaron que en Estados Unidos había ocurrido algo realmente macabro casi sacado de una novela de miedo. Me llamó la atención aquello y afiné bastante los oídos.
-Unos padres al volver de casa se encontraron con su hija de 9 años llorando y preguntándose quién le había lamido.-comentaba la mujer de las noticias.- El desconcierto de los padres al ver al perro de la pequeña desangrado provocaron que los servicios sociales internasen a la niña a un centro psiquiátrico. La niña comentaba que había oído un ruido mientras dormía y que bajó la mano para ver si su perro le lamía la mano, era como un tipo de comunicación, éste lo hizo...supuestamente. A la mañana siguiente la niña se encontró con el perro muerto y en el espejo un escrito que decía "NO SÓLO LOS PERROS LAMEN".
Cogí una libreta rápidamente y empecé a apuntarlo todo para que no se me olvidase ningún detalle. Eso parecía muy típico, el hecho de que haya monstruos debajo de nuestras camas...Bueno, técnicamente pensábamos eso de pequeños.
-Los expertos no descartan el hecho de que la niña sufriese trastornos mentales por el hecho de la ausencia de los padres en la casa.-terminaba la mujer.-Y ahora vayamos con los deportes...
Dilaté las pupilas y no pude evitar un estremecimiento que recorría completamente mi piel. Por algún motivo eso me recordaba a mi actual situación y a la que también tuve que estar de pequeña. Mis padres siempre están de viaje debido a su trabajo y eso, antes de que naciese Lucie, producía de que me quedase sola en casa siempre. Dejé la libreta apartada y cambié de canal de televisión...Aquella noticia, desde mi punto de vista, la veía normal. Cuando tenía 7 años, intenté hacerme la mala para llamar la atención de mis padres y que me regañasen pero la respuesta que recibí es que pasaban aún más de mí.
Por eso, cuando nació Lucie, dejé de hacer esas tonterías que no me servían para nada. Cualquier niño o niña que esté siempre solo intenta llamar la atención de sus padres, sé que esta vez fue un tanto...tétrico y macabro, pero eso elimina por completo el hecho de que esto vaya para "leyenda urbana". No creí que esto fuese para tanto y pensé que se olvidaría en unos días...
(3 semanas después)
La hora del almuerzo es la única hora en la que me despejo de todo y me quedo sola ante los miles de personas que se congregan en sus grupos propios (maldita monarquía del instituto). Saqué mi libro de taxonomía y, a medida que leía, iba apuntando asuntos de mi interés. Últimamente estaba dando un tema muy importante sobre los tipos de flores...
Sentí, de pronto, como unas manos se posaban sobre mis hombros. A juzgar por la fuerza que me empujaba un poco para abajo, sospeché que era un hombre...y el único chico que me puede dar el pelmazo es Lawrence. Al girarme, me sorprendí al ver a Albert que me miraba con cierta ansiedad. Le pedí que se sentara y le pregunté que quería de mí.
-Ah...-su respiración entrecortada produjo que me preocupara.- ¿Has oído el caso de la niña y su perro?
-Emmm....¿estás bien?-le pregunté.
Albert me miró de forma extraña pero después se dio cuenta de a lo que me refería. Sacó su portátil de la bandolera que llevaba y empezó a teclear en él con rapidez (¿se permiten los portátiles en el instituto?).
-He venido corriendo para contártelo.-sonrió y me mostró la historia que vi en las noticias.
-¿Esa?-pregunté sorprendida.-No creo que importe, no se ve nada extraño en ella...
-Se ha convertido en una leyenda urbana.-comentó Albert.-Es una de las cosas más habladas en Internet...¿cómo no va a haber nada extraño en ella?
-Nunca has estado solo en casa.-cerré el libro.-Mis padres están fuera constantemente y estaban...Cuando tenía 7 años intentaba llamar la atención de mis padres haciéndome la mala del colegio...Una de las veces puse cola en el asiento de la profesora y en otra quemé unas cartas del director.
Albert giró la cabeza y me miró extrañado como si con la mirada me preguntase: ¿de verdad hiciste eso? Asentí con la cabeza levemente y Albert se puso a reír.
-Bueno, eso significa que por ahora no hay nada que hacer.-abrí de nuevo el libro.
-¡¡Hey!!-me quitó el libro.-No creo que la niña quisiese llamar la atención...Se ha demostrado que el perro murió a las 2:30.
-¿Y qué?-intenté llegar al libro pero Albert me lo puso en alto.
-¿Qué niña se levantaría para matar a su perro, al cual quería mucho, solamente para llamar la atención?-preguntó.-Si quisiese llamar la atención mediante esa táctica yo no me levantaría en la madrugada.
-Vale, en parte podría ser una leyenda.-afirmé.-Pero, ¿cómo conseguir que esa cosa venga a nosotros?
-Es un monstruo que está debajo de nuestras camas.-contestó apartándome más del libro.-No debe ser difícil.
Me mordí el labio. Pensándolo bien, es probable que ese monstruo se encuentre debajo de todas las camas. Asentí con la cabeza como indicando que iríamos a ver si aquello existe o no, eso provocó que Albert formase una bonita sonrisa.
-Bien, te veo en tu casa.-me dijo recogiéndo sus cosas.
-Espera....Devuélveme el libro.-lo señalé
-....Mmmmm...Creo que no-sonrío de forma burlona.
Me levanté y le quité las gafas. El Albert sin gafas es un modelo de revista y seguro que se las pone para no llamar mucho al espectáculo femenino del instituto. Me las puse y él me miró enrabietado.
-Las gafas no están graduadas.-sonreí con malicia.
-Devuélvemelas.-instó.
-Si no me devuelves el libro, yo no te devuelvo las gafas-hice un gesto con la mano.
Albert pensó durante unos minutos. Poco después me devolvió el libro a regañadientes mientras yo le daba las gafas. Se me hacía extraño que alguien como él, que podría ser muy popular, cayese tan bajo para convertirse en un pringado. Era completamente ilógico, a no ser que él mismo no quisiese mostrarse como esos idiotas. Aunque ahora mismo estaba un poco dolida, Lily que siempre había estado en contra de esa "monarquía" ahora era una de ellos. Me revolvía el estómago.
Desvié la mirada y la vi allí. Sonriendo con sus blancos dientes y hablando con las chicas que se miraban continuamente en su espejo portátil. Era asqueroso. Me levanté y esperé unos minutos hasta que sonó el timbre.
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Cuando volví del instituto, me esperaba Lucie para que hiciese de maniquí en un bonito vestido de pija de color azul turquesa claro de tirantes. Mientras iba marcando, ella no paraba de repetirme de que pronto iba a ver un baile en mi instituto y me preguntaba qué me iba a poner para esa ocasión. Le contesté toscamente que no pensaba ir a un baile estúpido donde no se para de hacer estupideces.
-Es una pena.-gruñó.-Este vestido fijo que te volvería la reina del baile.
-Prefiero morir antes de ir a un baile donde reina lo superficial.-contesté.
De repente sonó el timbre de casa y bajé a ver quién era con el vestido puesto. Lo cual cabreó bastante a Lucie porque se me iba cayendo los alfileres al suelo. Por lo tanto Lucie también iba corriendo tras de mí para pedirme explicaciones de por qué tenía que ir corriendo. La razón es rápida y fácil: mi hermana y sus ideas me sacan de quicio en ocasiones. Cuando abrí la puerta, solté un suspiro de alivio mientras que Lucie se ruborizó.
Albert había venido a casa sin las gafas y había hecho ruborizar a mi hermana por el hecho de su apariencia física y de la pose natural sacada de una revista de modelos. Albert por su parte también se sorprendió ante aquel recibimiento.
-¿Cenicienta?-preguntó con diversión Albert.
-No, la novia cadáver.-masculló Lucie.
-Ahora me cambio.-sonreí y me dispuse a cambiarme pero ambos me pararon fuertemente.
-Me temo que me gusta mucho su aspecto.-se quejó Albert.
-Y yo todavía tengo que poner los alfileres.-Lucie cruzó los brazos.-Ahora se duplica el trabajo porque se te han caído todos los que te he puesto antes.
Por eso, durante dos horas tuve que estar aguantando de maniquí mientras Albert y Lucie hablaban. Realmente se llevaban muy bien, aunque me daba lo mismo. Albert se había impresionado por el trabajo que ejercía mi hermana en el diseño de ropa y por el hecho que la coraza que había diseñado era completamente increíble.
-La verdad es que el hecho de que viva en el país de la moda me inspira cada vez más.-decía mi hermana continuamente. Aunque si eres la hermana de semejante genio de la moda se te hace difícil el vestirte todas las mañanas sin que te diga algo malo de tu conjunto.
Acabé las prácticas hecha una pena y llena de ampollas por el hecho de que esta vez mi hermana se había distraído. Normal si no paraba de hablar con Albert sobre lo mal que vestía (¿por qué tenían que hablar de mí?). Después de pasar por la habitación de Dior, entramos en mi habitación sólo para intentar buscar las tácticas de atraparlo. Claro está, es bastante complicado averiguar si eso existe cuando uno no puede invocarlo. En el caso de Bloody Mary era bastante simple porque ya te venían las instrucciones pero, ¿cómo se puede atraer a los supuestos monstruos que se encuentran debajo de nuestras camas? Es del todo improbable que se consiga ver alguno, si es que existen.
-¿Cómo vamos a hacerlo?-pregunté.
Albert me sonrió y señaló su mochila verde. Verdaderamente, me intrigaba lo que había dentro porque él había tenido mucho cuidado con no tirarlo con brusquedad al suelo. Hice un gesto de incredulidad y abrí la mochila para ver un cachorro Golden Retriever, una completa cucada a la que abrazarla todo el día.
-Ohhhhh.-lo cogí y lo abracé con ternura como si fuese un peluche.-¡¡Qué cucada!! ¿A que eres muy bonito? ¿A que sí?
Empecé a acariciar su dorado pelaje y darle un montón de muestras de afecto. Noté que, mientras hacia eso, Albert suspiraba de cansancio.
-Me encanta que te guste.-dijo con tacto.-No obstante, él es el cebo.
-¿¡Qué!?-abracé más al cachorro para protegerlo.-¿Por qué vas a hacer algo tan cruel?
-Piensa una cosa, el perro de la niña murió a las 2:30....Entonces ya tenemos la forma de conseguir atraparlo.
-¡¡Me niego!!
Albert suspira y vuelve a explicarme la situación. Aunque creo que mi hermana ya conoce lo cabezota que son en muchos sentidos: en mi forma de vestir, en mi forma de ser...Así que nadie logra convencerme de algo que no apruebo aunque dependiese mi vida de ello.
-¿Y si estamos pendientes de que el perro no muera?-me preguntó desesperado.
-Mmmm...Es posible que esté de acuerdo con eso.-murmuro-Pero tienes que estar pendiente.
Albert señaló mi cámara que descansaba en mi mesita de noche.
-¿Está cargada?-preguntó.
-Completamente.-contesté.
Albert asintió con la cabeza y esperamos hasta la noche. Cenamos, con la mirada de Lucie todavía puesta en Albert. Y poco después me dispuse a acostarme mientras que Albert ajustaba la cámara. El cachorro se perseguía la cola como si nada malo fuese a ocurrir esta noche, ciertamente no podía evitar soltar suspiros de admiración ante ese peluche. Me acosté y Albert se escondió entre las sombras que proyectaba el armario. La única luz que presidía era las blancas farolas de la calle que penetraba por las cortinas de lino. Cerré los ojos con lentitud y empecé a producir una leve respiración.
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Dormir plácidamente es bueno y malo en muchos sentidos. Bueno porque no sufres de insomnio y malo porque puedes estar tan profundamente dormido que no sientas nada. Porque una persona que duerme profundamente no puede notar las pisadas de un ladrón o las de un asesino. Creo que deberíamos ser como los delfines, que sólo descansan una parte del cerebro mientras que la otra está en continua actividad.
Se produjo un crujido y luego como un arrastre de algo pesado por la moqueta, como si fuese un reptil. Se movía con lentitud, a pasos agigantados, deseando salir de su escondite lo antes posible. El sonido paró de repente y se volvió a oír las respiraciones de los jóvenes dormidos. La víctima de esa cosa dormía tranquilamente y movía el rabo en pequeño giros y levantamientos.
Se oyó la abertura de algo y el arrastre crujió tras de sí en el suelo. En un rápido movimiento, se oyó otro un arañazo de la mesita de noche y luego un grito de dolor. Abrí los ojos y vi que había clavado unas tijeras en la cola escamosa del monstruo. Un monstruo mitad reptil, mitad mujer...como una gorgona. El monstruo gritó haciendo retumbar los cristales de la habitación y despertó a Albert que dormitaba de pie en una pared. Me miró impresionado al pillar al monstruo antes de que acabase con el cachorro.
-Tienes ojos en la nuca.-comentó y se acercó al monstruo.-¿Qué es?
-Una gorgona.-gritó el monstruo.-¿Cómo os atrevéis a...?
Apreté el pulso que ejercía en las tijeras y la gorgona volvió a gritar de dolor. Empezó a toser mientras expulsaba sangre de un color negruzco, Albert tuvo que taparse la boca para intentar no vomitar.
-Sé que eres el monstruo que están debajo de las camas.-murmuré.
-¡¡Te equivocas!!-me miró la gorgona con sus ojos dorados llenos de ira.
-Entonces, ¿qué eres?-preguntó Albert delicadamente, como si el monstruo ante sus ojos fuese un humano.
La gorgona se mordió el labio indicando que no iba a contar nada. Apreté con más fuerza y Albert me miró en tono de reproche como si se compadeciese de la bestia. ¿No se deba cuenta de lo que tenía ante sus ojos? ¡¡Aquellos seres no merecían misericordia!! Sentí como mi cuerpo temblaba de ira y cuando me mordí el labio sentí como un surco de sangre se deslizaba por mi barbilla. Albert volvió a mirar a la gorgona.
-Verás...me gustaría saberlo.-le rogó a la gorgona.
La gorgona se quedó paralizada durante un rato, mirando fijamente a Albert. Carraspeó y se volvió hacia mí.
-Sólo soy el monstruo de SU cama.-me indicó con la mirada.-Hay miles de monstruos, debajo de todas las camas...Pero, tienen su cometido.
-¿Y se puede saber cuál es?-pregunté bruscamente.
Los labios de la gorgona palidecieron y sentí como se derramaba una lágrima por las mejillas escamosas del monstruo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, como si algo vital se hubiese separado de mí y me hubiese dejado sola...vacía. Aparté mis manos de las tijeras y noté como mis manos temblaban del nerviosismo hasta se quedaron quietas. Dejé de temblar, ya nada tenía sentido. La gorgona volvió a observar a Albert como si yo acabase de cometer el mayor error de todos.
-El miedo es un tipo de alarma que os prepara por si algo malo sucede a vuestro alrededor.-la gorgona le temblaba la voz.-Los monstruos debajo de la cama somos los primeros en crear esa sensación...Cada monstruo se ajusta a los sentimientos del niño, y continuamos bajo su cama hasta que muere.
-¿Qué pasa cuando muere el monstruo?-preguntó Albert y me miró a mí.
-El miedo desaparece, pero eso no es bueno.-gritó horrorizada la gorgona.-La vida no es fácil y uno debe tener miedo...todos tenemos miedo...Es algo anti-natural que alguien no lo tenga, y quién no lo tiene se convertirá en una persona realmente desdichada.
-¿Cómo explicas lo de la niña?-le grité mientras seguía mirando como sangraba y expulsaba sangre por la boca en cada tos que le venía.
-¡¡El monstruo no iba a por la niña!!-se defendió.-Nos alimentamos de perros, ratas, cucarachas...¡¡No seríamos capaces de herir a un humano!!
Me levanté y puse mi pie sobre las tijeras. Las tijeras se hincaron al fondo del suelo y la gorgona soltó un grito realmente desagradable y chirriante. Albert me miró horrorizado; hasta que no sentí cómo lloraba, no me di cuenta de que había cometido algo indispensablemente horrible. ¡¡Había asesinado a mi miedo, mi única arma y satisfacción en este mundo!! Si perdía el miedo, perdía el sentido de la adrenalina, de estar atenta a lo que me pasara, a preocuparme por la gente que quiero...¡¡Parte de mi vida acababa de ser aniquilada por mí misma!! La gorgona se quedó perpleja aunque en vez de gritarme, sonrió y me deseó suerte. Cerró sus ojos y su cuerpo se convirtió instantáneamente en un collar con un cascabel como colgante.
-Clotilde...-murmuró Albert.
-¡¡Déjame!!-le grité mientras cogía el colgante.- Júrame que no le contarás a nadie sobre esto, júramelo.
-Te lo juro.-susurró con un leve soplido.
Perder el miedo era del todo malo, pero eso no significaba que me iba a rendir para perseguir leyendas urbanas. El vídeo había quedado perfecto y Albert se encargó de colgarlo en Youtube. Nadie presagiaría lo que ocurriría poco después...Había perdido el miedo como quién pierde un ser querido, por eso mi mente cambió a ser un tanto fría y calculadora. Aunque poca gente sintió como casi había perdido emociones vitales para la vida, mientras tanto Albert no diría nada hasta poco después...
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Enfadada conmigo misma, horrorizada, irritada...Eso es lo que sentía al notar que no había actualizado nada en el blog hasta ahora. Me disculpo porque ya ha pasado bastante tiempo. Sé que "he vuelto" con algo que es posible que no os guste pero por lo menos siento que he perdido un peso de encima.
Muchas gracias a los seguidores que vienen para leer mi blog-novela (estoy muy agradecida del apoyo) y muchas gracias por los comentarios que dais...
Quién iba a decirme que ahora me siento mucho mejor. Muchas gracias por leer el relato (Clotilde cada vez me cae un poquito mejor). La verdad es que, pensándolo mucho, perder el miedo es algo horrible en muchos sentidos (aunque no lo parezca) porque oí que es como una alarma nuestra. Entonces, si todos perdiésemos el miedo...¿no sería como dormir y no tener una alarma que nos despertarse de ir al instituto o al trabajo?
Hasta luego, y deseo que les haya gustado.
Impresionante. Sólo digo eso y que revises los fallos.
ResponderEliminar... En serio, me has dejado completamente helada.
Me ha gustado. Lo Iré leyendo poco a poco. =^_^=
ResponderEliminarLa verdad, me gustó mucho. Creo que es de todos el que más me gustó. Esta Clotilde... pobre Gorgona, en cierta forma. Clot debería aprender un poquito más de Albert, creo.
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