A veces, todo los mitos sacados de monstruos es debido a ciertas enfermedades que no se sabían que existiesen. Eso podía explicar por qué la gente había inventado criaturas como los vampiros o los licántropos. Simplemente eran anomalías.
El neurólogo Juan Gómez Alonso dije unos cuantos casos para confirmar el mito. De los cuales, solo me quedo con la idea de la rabia y la porfiria. La Porfiria podía explicar el por qué los vampiros son fotosensibles, tenga deformidades faciales, ansia de sangre (por falta en su cuerpo), palidez extrema, odio al ajo, prevalencia ante grupos familiares y disociación emocional o mental del enfermo. Es decir, que éste era la mejor de la soluciones para poder saber cómo se creó el mito.
¿Sabeís que es la hipertricosis? La hipertricosis o Síndrome de Hombre Lobo es una enfermedad poco frecuente que podría explicar por qué los hombres lobo tenían tanto pelo. También está la rabia, como es de suponer.
Eso era parte de lo que ponía el CD de Zorro Azul. Pero eso no explicaba lo que vi, me parecía realmente horrendo. Bueno, no sabía que era más horrendo ver experimentos fallidos o que tú fueses el siguiente en serlo.
Pagué a la camarera y salí de ese sitio para frikis vampíricos. Miré el reloj y me di cuenta que eran la seis de la tarde, momento en que debía volver a casa. Mis padres no sabían que yo no había estado expulsado, por eso seguía mi castigo. Cuando se enteraron de lo que le pasó a Lisse, me dieron un poco más de tiempo para relevar al Sr. Collins. Tampoco sabían que ahora la persona que hacía mi relevo era el primo de Lisse, Frank. Vaya nombre, casi me daban ganas de reírme al pensar en el acento alemán que ponía. Frank de Frankenstein. Muy divertido...
Crucé el paso de peatones y me dirigí a la siguiente manzana. Estaría bien que cogiese el tren para llegar a mi barrio, aunque se situaba un poco lejos. Tal vez si corría o andaba más rápido no me encontrase con una maniática mujer que estaba a favor de convertirme en un mutante ruso o una niña, muy conocida, que me hiciese otro mutante américano. De repente me encontré a Jim que caminaba por ahí. ¿Qué diablos hacía allí? Me oculté detrás de un edificio y empecé a observarle. Parecía que esperaba a alguien...
-Espera a Madeleine.-dijo una voz detrás mía.
Giré la cabeza lentamente y vi a Anne que me observaba detenidamente con sus ojos verdes.
-No está bien espiar, Roland.-sonrió como una actriz de cine.-Es ilegal.
-Define ilegal.-dije bruscamente y observé de nuevo a Jim.
-¿Al final supiste el por qué de la sangre?-me preguntó Anne al oído.
-¿Por qué te tendría que decir eso?-me giré y la miré irritado.
-Lo sabes.-sonrió siniestramente.- Eso puede hacerlo todo más fácil.
-¿Qué quieres decir?-dejé de mirar a Jim.
-Ahora me prestas atención.-enarcó una ceja.- Típico de Carter. Los hermanos Carter han sido separados, uno es enemigo y otro amigo.
-¿Quién es el enemigo?-pregunté tosco.- No te atrevas a tocar a mi hermano en la vida.
-No va a hacer falta.-empezó a acariciarme el pelo.- Yo solo voy a por ti, Carter.
Le cogí de la muñeca para advertirle de que no me tocase. Pero, pareció disfrutar con mi mirada asesina. Solamente sonrió y salió del callejón.
-Tú eres el enemigo, Roland.-dijo mirándome.- Las zorras son muy astutas.
Eso se define a una cosa: Cada día estoy más confundido. Pero lo entendí esa vez. ¿Cómo se llamaba mi contacto? Zorro Azul. ¿Cuál fue el último tema de Enma? Zorros. Debería de hacerme un mural para ir recopilando todos los datos. Si algo se me escapaba, era el momento oportuno para saber qué era.
Cuando llegué a casa, fui rápidamente a la habitación de Jim. No había nadie, como ya sabía. Entré en el ordenador de Jim y pirateé la contraseña de su ordenador. Cuando entré en el escritorio, me di cuenta de que tenía una carpeta en la que ponía "Caso C". Vale, eso era muy raro. Cliqueé y me encontré con tres carpetas en las que ponían: Upír, Fuchs y Varkolak. Ahora deseaba que las carpetas estuvieran traducidas al inglés. Saqué el pendrive y lo metí en el ordenador. Debía darme prisa en meter estos datos en él. Tardó diez minutos en meterse los datos. Cerré el ordenador, cogí el pendrive y me levanté al oír que la puerta se abría.
Era Jim que había vuelto y dejó tirada un macuto que no recordaba que llevase cuando le vi. Seguramten se la habrían dado. Jim me miró con curiosidad, era bastante extraño que yo entrase en su habitación si él no estaba.
-Hola, Roland.-sonrió y se sentó en el sillón del ordenador.- ¿Qué tal Lisse?
Jim tampoco sabía lo del relevo.
-Está mejor.-mentí pero no se notó.- ¿A dónde has ido?
-A la biblioteca.-mintió descaradamente.- He cogido unos cuantos libros.
-Entiendo.-sonreí.- Bueno, tengo trabajo que hacer. Hasta luego.
Cuando salí de la habitación de Jim empecé a reflexionar. Le había espiado, robado datos, mentido y señalado como sospechoso. Me sentía horrible, como un traidor y un traicionado. Porque él también me estaba ocultando cosas, muchas cosas. La gran relación de hermanos que teníamos parecía a punto de romperse, parecía un cordel más que una cuerda fuerte.
Que mal que la relación tan buena que tenían se rompa. El comportamiento de Ann es muy extraño, aunque creo que se puede decir otro tanto sobre Enma y Madelaine...
ResponderEliminarOww, no quiero dudar de Jim y Madeleine... Lo único que me queda claro de todo esto es que Enma está de su lado, o al menos así parece xD.
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